Aprendiendo a escuchar en pro de las emociones

Cuando alguien que quieres te cuenta un problema, ¿Qué haces?
Generalmente lo que hacemos es decirle: Ya pasará, no es para tanto, no vale la pena sufrir por eso, da vuelta la página, debieras haber hecho otra cosa, cómo no me preguntaste antes, etc.

Con esto minimizamos el dolor de la otra persona, lo que provoca que se sienta solo, incomprendido, más triste o desesperanzado. A pesar de que nuestra respuesta viene desde el amor y cariño que sentimos por esa persona, cuando tratamos sacarla de ese estado (pena, angustia, dolor) de esta forma, haciendo como que no importara lo que esta sintiendo, aumenta su pena mas que disminuirse.

Nuestra intención es buena, pero el resultado no. Se habrán dado cuenta que en el mejor de los casos la persona deja de hablar de su problema, pero su malestar permanece.

La verdadera escucha, no parte con un consejo o con un “ya pasará”, parte atreviéndonos a quedarnos ahí con el problema y la persona, recibiendo su emoción. Podríamos decir: ufff que terrible, cuanto lo lamento, eso suena difícil, cuéntame más de eso. Si logramos hacerlo, le damos un espacio al otro para sentirse querido y acompañado, para que sepa estamos ahí con él y su emoción.

Es paradójico: cuando nos quedamos en la emoción, ésta no aumenta sino que va disminuyendo, y si otro lo hace junto a nosotros se vuelve aún mas fácil. En pareja, cuando hacemos esto, logramos sentirnos conectados, conexión que necesitamos con urgencia porque el tiempo no esta de nuestro lado. Siempre falta tiempo. También logramos saber en qué y cómo esta la otra persona que tanto nos importa.

Con nuestros hijos, esto también ocurre, pero con una cuota mayor de responsabilidad ya que ésta es la forma de ir enseñándoles a manejar sus emociones, primero conociéndolas. Luego podrán ir aprendiendo formas para enfrentarlas y regularlas. No evitarlas, las emociones no se debieran evitar, son respuestas físicas que nos dicen cosas importantes en relación a nuestras vidas.

Me toca ver a diario en mi consulta, cuando recién llegan mis pacientes/clientes, que me cuentan cosas que suenan bastante difíciles como si me hablaran del clima. Tengo que hacer varias preguntas para entender por qué están ahí buscando ayuda si se ven tan bien con lo que está ocurriendo o les ocurrió, ahí recién empiezan a aparecer emociones, emociones dolorosas, vergonzosas, tristes, angustiantes, y es ahí cuando mas que encontrar una solución empieza la sanación.

Enfrentar, sentir y validar nuestras emociones es un aprendizaje a largo plazo, que nos permite entender que las emociones son parte de ser ¡humano!, nos ayudan y nos dan información valiosa de qué nos importa y de cómo cuidarnos.

Aprovecho de darle las gracias a todos aquellos pacientes que se han atrevido a aprender de esto y me han permitido a mí aprender de ellos. Yo también crecí pensando que era mejor no sentir y seguir para adelante.

Y no se preocupen, si nos atrevemos a mirar la emoción, ésta no toma el control de nuestras vidas, funciona exactamente al revés.

Más
artículos

Scroll al inicio